viernes, 21 de febrero de 2014

Una venda que quitar, un mirada que descubrir.

Me sentí identificada con aquellos casos, aquellas historias en las que la gran mayoría no terminaban bien. ¿Realmente somos tan poco cuidadosos de nosotros mismos? ¿Realmente podemos quedarnos tan ciegos que hacemos lo que nos piden por miedo a perder? ¿Realmente no tenemos cuidado, ni respeto, ni decisión sobre nosotros mismos?
Yo, increíblemente yo, hace no tanto, me sentí así. Me sentí que no tenía decisión sobre mi misma, que hice todo por no querer perder algo que podía haber perdido ese mismo día o tal vez dentro de un par de ellos, pero al fin y al cabo lo perdería.
Es increíble la capacidad que tienen otras personas para convencer, para cambiarte el pensamiento, hacerte sentirte mal y conseguir lo que quieren.
Puedes confiar y defender SIEMPRE a esa persona (a la que crees que quieres) que te convenció para hacer ciertas cosas, pero al final te acabas dando cuenta de las pequeñas cosas, de que las piezas de ese puzzle no encajan, de que no supiste pararlo, lo dejaste pasar y ahora te das cuenta de aquellos errores. Ahora dirás "Si lo hice, fue por algo" "si lo hice, fue porque lo sentía" "no me arrepiento"
Claro que te arrepientes, te arrepientes cuando te quitas esa venda de los ojos que has llevado durante demasiado tiempo. Plántale cara y no te rindas. Es tu pasado, pero el presente y el futuro siempre puede ir a mejor.